
Se trata de la
monja En o Ende, iluminadora que, en el Siglo X, trabajó en el scriptorium del
monasterio de Tábara y cuya trascendencia histórica va más allá del propio
hecho de ser mujer.
Con una de sus
obras, el Beato de Gerona, realizada junto a otros dos monjes, Senior y
Emeterius, se ganó la admiración de los contemporáneos, por su fuerza
expresiva, el uso del color y de las formas.
Bajo la
denominación de "beatos" se compilan manuscritos que se refieren,
fundamentalmente, a comentarios del Apocalipsis de San Juan. Destacaban en
ellos sus magníficas miniaturas, llegando a su máxima perfección artística con
los monjes de Tábara, con Magius como maestro, dando a luz un nuevo estilo de
ilustración, con influencias carolingias e islámicas, a través de la cultura
mozárabe; de este maestro fue digna sucesora la monja Ende.
Según los
historiadores, la existencia de monasterios mixtos a finales del Siglo IX era
muy frecuente. En el texto fundacional del monasterio de Tábara, figuran
"más de 600 monjes de uno y otro sexo al servicio divino". A pesar de
ello, sólo el nombre de esta mujer, En o Ende, ha llegado hasta nuestros días.
Su existencia
nos llega a través de su firma, en el colofón del Códice de Gerona, junto a la
del escribano y a la de los otros dos monjes miniaturistas.
Su firma,
"En, pintora y servidora de Dios (En, depintrix, Dei Aiustrix), da lugar a
muchos interrogantes acerca de su condición de monja. En primer lugar porque no
era habitual que apareciese un nombre de mujer delante del de los varones.
Segundo porque el calificativo Dei Aiutrix, servidora de Dios, era un título
honorífico otorgado a personas no religiosas, de alto rango. Y, finalmente, la
designación depintrix parece indicar que se trataba, efectivamente, de una
pintora.
Sea como fuese,
civil o religiosa, estamos hablando de una mujer que en el Siglo X rompió todas
las reglas establecidas, codeándose con los mejores miniaturistas de la época.