Según la Agencia del ISBN en 2011 se editaron en España 132.000 en todos los soportes, lo que representa un 4% más que el año anterior.
Esta cifra puede llevarnos a pensar que el sector editorial camina hacia la debacle, con una crisis económica que no nos abandona y con unos índices de lectura bajos (solo un 45% dice que lee semanalmente o mensualmente). Sin embargo, según las cifras publicadas por el INE, el número total de ejemplares publicados en 2011 supone un 24% menos que el año anterior. La tirada media de ejemplares por título se sitúa alrededor de 1.345, muy lejos de las cifras de hace unos años que eran de 3.000 ejemplares, y solo en el caso de las novelas se tiran tres centenares más.
El descenso se produce en todas las lenguas oficiales, a excepción del gallego, y para todos los géneros, con la excepción de los libros de texto y la literatura infantil.
Este descenso en el número de ejemplares ha incrementado el precio final del libro, lo que repercute directamente en el bolsillo del comprador.
La consecuencia directa es que el porcentaje de devoluciones fue en 2010 superior al 28% y ,a la espera de los datos de 2011, se presume un notable incremento para el pasado año.
Para compensar las pérdidas, el sector editorial ha tomado otras medidas de ahorro como son: utilizar peor papel, encuadernaciones de menor calidad (apenas se ven libros cosidos), traducciones más baratas, o traducciones ya usadas para las reediciones, ahorro en las correcciones, lo que hace que aparezcan más erratas en los libros, etc.
Si bien es cierto que el negocio editorial está haciendo grandes esfuerzos por sobrevivir a la contracción del consumo y por cambiar el modelo de negocio, adaptándose a la aparición del libro digital, que no acaba de despegar (un 79% de los internautas no adquiere esta tipo de obras), no es menos cierto que los libros son de peor calidad y más caros, lo que no parece precisamente un estímulo al consumo, sino más bien al contrario. Tampoco el hábito lector se incrementará con las medidas de ajuste económico implantadas por el Gobierno. Los recortes en el fomento, la divulgación y la promoción de la lectura, no ayudarán a la creación de nuevos lectores, que con sus compras dinamicen el sector.
Los recortes en las bibliotecas representarán otro obstáculo más en la formación a medio y largo plazo. Éstas han incrementado el número de visitas desde que estallara la crisis, y se pueden considerar el centro cultural más visitado en nuestro país, incluso si lo comparamos con los museos. Entre las medidas que se están tomando podemos citar: reducción de horarios, cierres de fines de semana, destitución del personal y rebaja en los presupuestos de compras, lo que lleva a la desactualización de las colecciones, algo que es realmente preocupante, ya que redundará en el descenso del número de usuarios/lectores.
Esta cifra puede llevarnos a pensar que el sector editorial camina hacia la debacle, con una crisis económica que no nos abandona y con unos índices de lectura bajos (solo un 45% dice que lee semanalmente o mensualmente). Sin embargo, según las cifras publicadas por el INE, el número total de ejemplares publicados en 2011 supone un 24% menos que el año anterior. La tirada media de ejemplares por título se sitúa alrededor de 1.345, muy lejos de las cifras de hace unos años que eran de 3.000 ejemplares, y solo en el caso de las novelas se tiran tres centenares más.
El descenso se produce en todas las lenguas oficiales, a excepción del gallego, y para todos los géneros, con la excepción de los libros de texto y la literatura infantil.
Este descenso en el número de ejemplares ha incrementado el precio final del libro, lo que repercute directamente en el bolsillo del comprador.
La consecuencia directa es que el porcentaje de devoluciones fue en 2010 superior al 28% y ,a la espera de los datos de 2011, se presume un notable incremento para el pasado año.
Para compensar las pérdidas, el sector editorial ha tomado otras medidas de ahorro como son: utilizar peor papel, encuadernaciones de menor calidad (apenas se ven libros cosidos), traducciones más baratas, o traducciones ya usadas para las reediciones, ahorro en las correcciones, lo que hace que aparezcan más erratas en los libros, etc.
Si bien es cierto que el negocio editorial está haciendo grandes esfuerzos por sobrevivir a la contracción del consumo y por cambiar el modelo de negocio, adaptándose a la aparición del libro digital, que no acaba de despegar (un 79% de los internautas no adquiere esta tipo de obras), no es menos cierto que los libros son de peor calidad y más caros, lo que no parece precisamente un estímulo al consumo, sino más bien al contrario. Tampoco el hábito lector se incrementará con las medidas de ajuste económico implantadas por el Gobierno. Los recortes en el fomento, la divulgación y la promoción de la lectura, no ayudarán a la creación de nuevos lectores, que con sus compras dinamicen el sector.
Los recortes en las bibliotecas representarán otro obstáculo más en la formación a medio y largo plazo. Éstas han incrementado el número de visitas desde que estallara la crisis, y se pueden considerar el centro cultural más visitado en nuestro país, incluso si lo comparamos con los museos. Entre las medidas que se están tomando podemos citar: reducción de horarios, cierres de fines de semana, destitución del personal y rebaja en los presupuestos de compras, lo que lleva a la desactualización de las colecciones, algo que es realmente preocupante, ya que redundará en el descenso del número de usuarios/lectores.
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Esta es la opinión de los internautas, no de la Biblioteca de Ciencias Jurídico-Sociales de la Universidad de Oviedo.
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