Los rápidos avances tecnológicos de las últimas décadas han generado un crecimiento imparable de la información digital, una información que cada día adquiere más relevancia. Hasta tal punto es así, que son pocas las instituciones bibliotecarias que no tienen en marcha proyectos de digitalización de sus fondos, y son numerosos los países y empresas que han convertido estos proyectos en prioritarios.
Pero a pesar de las indudables ventajas que plantean la información en este soporte, presenta importantes inconvenientes en materia de preservación y conservación.
De la fragilidad de este tipo de información alerta
La obsolescencia que se origina en los soportes documentales (tanto en software: unos 1,5 años, como en hardware: unos 3 años) es uno de sus principales problemas, junto con la necesidad de mantener almacenados los documentos bajo unas condiciones medioambientales adecuadas. Para superar estos inconvenientes, una práctica cada vez más generalizada es recurrir a la migración, una estrategia de preservación que conlleva un elevado coste.
En España, no disponemos de un plan de acción para la preservación digital en bibliotecas, si bien es cierto que existe un Grupo de Trabajo de Patrimonio Digital, dependiente del Ministerio de Cultura, que está trabajando en este sentido. Sin embargo, son numerosos los países que disponen de unas directrices definidas, tal es el caso de EEUU que posee una política específica sobre conservación de documentos electrónicos.
Un ejemplo de lo que puede hacer una política adecuada y substanciales inversiones económicas lo encontramos en
Más información sobre este repositorio:
http://harvardmagazine.com/2010/05/gutenberg-2-0
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